Sorda y ciega pero no muda
Helen
Keller. La historia de mi vida (Renacimiento)
“ Poco a poco me acostumbré a la oscuridad y el silencio que me envolvían y acabé por olvidar que no siempre había sido así, hasta el día que vino a instalarse junto a mí la que había de devolverme la vida del espíritu: mi maestra”
“ Poco a poco me acostumbré a la oscuridad y el silencio que me envolvían y acabé por olvidar que no siempre había sido así, hasta el día que vino a instalarse junto a mí la que había de devolverme la vida del espíritu: mi maestra”
Las
personas con discapacidad conocen bien la discriminación, la
soledad, los desprecios, el silencio. Si esa discapacidad se da en
una mujer, las injusticias se multiplican.
A
veces ocurren milagros. Helen Keller perdió completamente la vista y
el oído con 19 meses de edad. Años después, a los 6 años, gracias
a una maestra que comenzó a educarla, adquirió el lenguaje y pudo
comenzar a salir de su aislamiento.
“No
tardé en sentir la necesidad de comunicarme con los demás y comencé
a explicarme por medio de una mímica muy sencilla; decía sí y no
con la cabeza; tiraba para decir ven y empujaba para decir vete.”
Debido
a la película The miracle worker (El milagro de Ann Sullivan) es
célebre el momento en que tomó conciencia de que las cosas tienen
nombre. Así lo relata en su libro:
“Mientra
experimentaba la sensación del agua fresca, escribió Miss Sullivan
sobre mi mano libre la palabra agua, primero lentamente, después con
más presteza. Permanecí inmóvil, con toda la atención concentrada
en el movimiento de sus dedos. Súbitamente me vino un confuso
recuerdo , de cosa olvidada hacía mucho tiempo; de golpe el misterio
del lenguaje me fue revelado. Supe ya que agua era aquella frescura
maravillosa que me bañaba la mano.”
También
describe con gran emoción el momento en que su mente dio el paso desde
un pensamiento puramente sensorial (tacto y olfato) a un pensamiento
simbólico.
“Miss
Sullivan me tocó la frente y deletreó lentamente en mi mano:
piensa.
De
manera instantánea comprendí que la palabra designaba el proceso
que se realizaba en mi cabeza en aquel momento. Por primera vez
percibí conscientemente una idea abstracta.”
Gracias
al trabajo incansable de su institutriz y a su propia curiosidad y
tenacidad, Helen aprendió a hablar y a leer y escribir (en
braille). Fue capaz de completar sus estudios primarios y de acceder
a la universidad convirtiéndose en la primera persona sordociega en
obtener un título universitario. Ya en su edad adulta, dedicaría
sus esfuerzos a la causa de las personas con discapacidad,
especialmente las personas ciegas. También escribió y trabajó en
favor del sufragio femenino y de los derechos civiles.
A
veces ocurren milagros. En el caso de Helen Keller, el milagro parece
ser el altísimo nivel de comunicación y de cultura que alcanzó a
pesar de su gran limitación sensorial. Un milagro posible con el
acompañamiento de una maestra que se convertiría en su mediadora
inseparable para el resto de su vida.
Pero
más milagroso parece que consiguiera todo lo que consiguió siendo
mujer. Tal vez la discapacidad que la alejaba de toda posibilidad de ser una mujer “completa” y cumplir con el papel
esperado para cualquier otra mujer, junto con la entrega
incondicional de otra mujer, su maestra, le permitieron,
paradójicamente, acceder al mundo de la cultura y dedicarse por
entero a ella.
Helen Keller escribió su autobiografía siendo muy joven (estaba terminando sus estudios universitarios). Las páginas de La historia
de mi vida no ocultan, en muchos pasajes, las grandes
dificultades, la dureza del camino, el desánimo y la tristeza de
saberse incapaz de percibir la belleza sonora y visual de este mundo.
Aún
así, el tono general de la obra (y, por lo que han contado los que
la conocieron, la actitud que Helen trasmitía en persona) es de un gran entusiasmo vital y de un inagotable deseo de aprender.
“Algunas
veces, sin embargo, lo confieso: una sensación de aislamiento me
envuelve como densa niebla. Me siento detenida en el dintel de una
vida cuyas puertas no se abrirán para mi jamás....Pero un momento
después luce como una sonrisa un rayo de esperanza, y una voz me
dice al oído: hay dicha en olvidarse de uno mismo. Entonces trato de
hacer mi sol de la luz que reflejan los ojos de los demás; mi
sinfonía, de la música que los arrulla; mi felicidad, de la sonrisa
que ilumina sus labios.”
Helen
Keller fue una escritora, oradora y activista política norteamericana. Nació en Tuscumbia (Alabama) en 1880 y murió en Connecticut
en 1968. La primera edición en español de La historia de mi vida
fue traducida por Carmen de Burgos.
Felicidades Julia por reunir en unas líneas, la emoción del conocimiento.
ResponderEliminarCon tu reseña y el recuerdo de la lectura de su vida, han venido a mis ojos lágrimas de gratitud . Reconociendo también el inmenso y mágico trabajo de las maestras. Gracias
Sí, quiero indagar más sobre las vivencias de la maestra, Anne Sullivan, de la que me fascina la entrega de toda una vida a su alumna. Gracias por la emoción. Un abrazo!
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