Clara Campoamor, bendita feminazi

Clara Campoamor. El voto femenino y yo. Mi pecado mortal (Horas y horas la editorial)

El voto femenino fue, a partir de 1933, la lejía de mejor marca para lavar torpezas políticas varoniles . Si pasados por ella, los políticos no han quedado más resplandecientes e impolutos, culpa será del tejido.”


Clara Campoamor encaró en solitario una lucha de años en defensa del derecho de las mujeres a votar, de la igualdad de los sexos en el matrimonio , la legalización del divorcio y de la eliminación de las distinciones jurídicas entre hijos legítimos e ilegítimos. 



El voto femenino y yo. Mi pecado mortal, publicado en julio de 1936, son sus memorias de aquel momento histórico. Recuerda en su relato cómo un parlamentario llegó a afirmar que legalizar el divorcio era “convertir en ley el histerismo”.

No existía entonces el insulto ahora tan popularizado contra cualquier feminista que exprese abiertamente sus ideas acerca de las desigualdades que perjudican a las mujeres. Pero de haber existido, Clara Campoamor habría sido una “feminazi” de los pies a la cabeza.

Su pecado mortal, como ella misma subtituló su libro, fue trabajar sin descanso en la modificación del artículo 23 de la nueva Constitución de la República para que incluyera entre los motivos que no podrían utilizarse como distinción entre personas, el sexo.


No podrán ser fundamento de privilegio jurídico: el nacimiento, la clase social, la riqueza, las ideas políticas y las creencias religiosas.
Se reconoce, en principio, la igualdad de derechos de los dos sexos.”


Clara Campoamor pretendía que se eliminara esta última frase y se incluyera el sexo en la enumeración inicial.




Obsérvese este curioso artículo….es la monstruosidad jurídica y antifeminista más voluminosa que hemos hallado a nuestro paso.”


Narra en su libro el curso de las discusiones en la comisión parlamentaria y destaca los argumentos facilones y falaces utilizados por sus colegas para, primero, no legalizar el voto femenino y, cuando ya fue reconocido como un derecho constitucional, para impedir o retrasar que se hiciera efectivo en las elecciones. “Hay tiempo”, “no es el momento”. Argumentos que, por desgracia, se siguen escuchando insistentemente, todavía hoy, ante las reivindicaciones feministas.

Campoamor tuvo que sobreponerse, en el curso del debate parlamentario, a lo que ella describe como doble rasero del hombre republicano y a una verdadera campaña de desprestigio y agresiones verbales contra ella y su familia.


El hombre liberal español….consentía y alentaba una incomprensible dualidad ideológica en el hogar en el que parecían convivir el sentimiento liberal, avanzado, republicano y laico del varón, con el ultramontano y católico militante de la mujer.”

Y me sería difícil enumerar la cantidad, e imposible detenerme en la calidad, de los ataques, a veces indelicados, que de palabra, por escrito y hasta por teléfono fui objeto reiterado; y no sólo yo sino hasta mi familia.”


Pero el pago por su pecado mortal no terminó ahí: la culparon por el triunfo de la derecha en las elecciones del 33 y cuando en el 36 ganó el Frente Popular, nadie se lo agradeció ni le pidió disculpas.




¡Qué no se habrá dicho en la etapa 1933-1936 contra el voto femenino! Mézclense bien estos ingredientes: misoginismo político, orgullo varonil herido, ocasión de disimular las personales culpas, sentimiento íntimo de la propia incapacidad, rencor insatisfecho, resentimiento ancestral, desprecio mayestático de la mujer….En esa mezcla se mojaron no pocas plumas que nos zahirieron y se regodearon todas las mentes que nos atribuían la derrota.”



¿Qué habría pasado si se hubiera respetado lo que los reticentes al voto femenino pedían: esperar? ¿Se habría cuestionado este derecho durante la redacción de nuestra actual constitución?

Clara Campoamor, como buena “feminazi”, lo tuvo muy claro y llegó hasta el final debatiendo, argumentando y convenciendo. Y como tantas “feminazis” en la historia pagó un alto precio político y personal por defender una causa justa.


He querido decir en estas páginas cuanto debía decir en torno al voto femenino y a algunas de sus consecuencias. Era necesario que lo dijera, porque sólo al finalizar estas líneas siento la impresión de alivio de ver zarpar el barco, tras de una larga espera.”


A nosotras nos queda reconocer su enorme labor, homenajearla y hacer uso de los derechos que ella, sola y contra viento y marea, nos brindó, para continuar en la vindicación de tantos que todavía quedan por alcanzar.









Clara Campoamor (Madrid, 1888- Lausanne 1972) fue una abogada, política y diputada española que durante la II República defendió el derecho de sufragio para las mujeres. En 1928 creó con compañeras de otros países europeos la Federación Internacional de Mujeres de Carreras Jurídicas. En 1930 colaboró en la fundación de la Liga Femenina Española por la paz. En 1931 se convirtió en la primera mujer en la historia en hablar en las Cortes Españolas.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Palabras como semillas

Sexo, mentiras y filosofía moral

Hechos, no palabras